Malagón. Crónica de la II Ruta de Senderismo «Ruta de las Aguilas»

(Crónica del evento: Gerardo Linares)

El día 23 de abril, organizado por el club de atletismo Malagón y la colaboración del Ayuntamiento, se celebró la II Ruta de Las Águilas de senderismo. Buena organización, participación y buen ambiente. Al final, tras los trece kms, hubo cerveza, frutos secos, sandwiches y unas exquisitas migas. Desde el club se agradece a los que elaboraron ese plato típico de la zona.

Igualmente se contó con la presencia del concejal de deportes, Afrodisio Santos Santos,  en este final de la actividad. Hasta aquí la parte técnica.

Ahora la poética: «La mañana del 23 de abril, se había levantado fresca, aunque primaveral. En el aire cercano a la aldea del Cristo, huele a heno. Ya se vienen anunciando, igualmente, algunos sones de romería. Falta la frescura de las lluvias ausentes, aunque permanece el verde autóctono y atávico de esperanza. Alrededor de sesenta senderistas salen de los aledaños de la ermita de esta aldea privilegiada, con la intención de recorrer los 13 kms por donde discurre un hermoso itinerario, algo duro. Se encuentran con subidas y bajadas, predizas, senderos…abrigados de la blancura llamativa de la las flores de la jara, henchidas de luz y polen…

El aire…limpio, algo escaso de la humedad propia de abril. Los caminantes van recorriendo los exigentes kilómetros del inicio. Su esfuerzo se ve recompensado por el paisaje verde, los aromas de sierra, por los colores que nos reserva la primavera…Verde y blanco, salpicados por los trinos y zumbidos. El algunos descansos se reponen fuerzas y ánimo. Y lo más importante: la sierra nos atalanta el espíritu en este domingo de abril. Libertad y compañerismo se dan la mano. El sudor se enjuga con el aire fresco que acaricia los pétalos blancos.

Tras la bajada verde, sombreada por árboles y arbustos se llega a la Fuente de la Teja. Breve descanso para bebernos las últimas lluvias, ya lejanas. Luego algo de asfalto, agua embalsada en rizos breves y lavanda…mucha lavanda adornando las cunetas. Al final…algo de cansancio y placer. A continuación cerveza y migas, entre la sombra inigualable de esta aldea.

Queda en el recuerdo una jornada inolvidable, entre gente sana…La luz de la flor de la jara y el verdor que nos ha acompañado en el camino, se han tatuado, ya, en la memoria de este grupo de personas que sabe disfrutar, gratuitamente, de este maravilloso espectáculo que, aún nos ofrece esta bendita naturaleza tan cercana que, a veces, ni vemos, ni sentimos ni cuidamos.